Alicia Alberro: ¡No puedo estar sin mate!

Alicia Alberro: ¡No puedo estar sin mate!

Los latinoamericanos tenemos la costumbre de sentirnos hermanos. Nos une la música, la historia y hasta las catástrofes. También nos relacionamos a través de las costumbres o por medio del aprendizaje de ellas. Sin embargo, emigrar a un país vecino, cualquiera sea la razón para hacerlo, implica un cambio total del entorno, el cual no siempre resulta fácil. Mantener un rito propio, una tradición personal o social, es una forma de conectarse con el pasado y establecer un puente seguro con el presente. El mate, puede convertirse en ese puente; el mate nos acerca.

Alicia Alberro es una uruguaya sociable y trabajadora, amante de la música y de las buenas letras. Una persona que disfruta tanto de un concierto, como de una buena lectura o una conversación interesante. En noviembre cumple tres años viviendo en nuestro país y ya tiene un grupo de amigos con los que comparte sus ratos libres. Vino por trabajo, contratada por la empresa donde desarrolla su labor.

¿Qué extrañas de Uruguay?

La gente, los afectos, la rambla (costa)… ¡La comida!

¿Te has logrado acostumbrar aquí?

Sí, me he acostumbrado, si bien he tenido varias desilusiones. La gente es muy distinta a la uruguaya. Ni peor, ni mejor, sólo que distinta, entonces cuesta adaptarse a ratos, pero estoy aprendiendo a conocer los códigos y a manejarlos. Creo que es cosa de tiempo. De hecho ya tengo algunos buenos amigos.

¿Qué relación tienes con el mate?

¡¡¡No puedo estar sin él!!! Es mi eterno compañero. A la mañana y en la tarde, me resulta imprescindible. Incluso cuando no trabajo, sé que son las cuatro de la tarde porque quiero tomar mate (ríe).

¿Cuál es la mística que tienen los materos, según tú?

No sé si hay una mística, pero el mate es una compañía. En Uruguay lo compartimos entre amigos, con un cigarrito de pronto. Es una instancia para conversar y compartir preocupaciones y alegrías entre la gente cercana. Para hacer una comparación burda, es como el “copete” aquí. Ahora, no siempre se comparte el mate – físicamente – entre todos los presentes. El matero tiene “su” mate preferido, “su” termo preferido, y obvio “su” bombilla.

¿Has conseguido contagiar el entusiasmo por el mate en la capital?

No, por ahora. La verdad es que no lo he intentado, porque me acostumbré demasiado a tomar mate sola. Es probable que en algún momento invite a mis amigos chilenos. Será una forma de estar más cerca.

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